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¡DE UNA MEZQUITA A LO INESPERADO!


¡Estambul! Hermoso caos emocional. Estaba almorzando a la vuelta del hostel cuando de pronto escuché el sonido más increíble de mi vida. Era una voz que repetía palabras en un idioma distinto en lo que parecía un canto. Me quedé petrificada escuchando y sentí unas ganas de levantarme y seguir el sonido para ver de donde provenía. Inundaba toda la ciudad, hipnotizaba mi mente, me elevaba del asiento y solo pude cerrar mis ojos y escuchar hasta que se apagó.
No conocía nada sobre los musulmanes más que mi propio juicio y lo que los medios de comunicación habían bombardeado durante los últimos años. Venía a la defensiva como si su cultura me estuviera atacando y este es uno de los errores más grandes que un viajero puede cometer. Traten de ser observadores y no dejar que sus prejuicios les impidan aprender y enriquecerse de pensamientos diferentes aunque sus convicciones no se modifiquen. Los contrastes nos ayudan a entender el mundo un poco más y la diversidad nos enseña que el respeto y la tolerancia es indispensable para la paz y el conocimiento nuevo.
Así que jamás imaginé que una simple visita se convirtiera en una experiencia tan memorable como la que tuve después de un día tan pesado. Tenía dos noches de haber llegado a Estambul y me sentía extraña. Estaba cansada e incómoda porque no lograba adaptarme a la cultura. Toda mi vida había luchado para reducir ese margen entre hombres y mujeres a mi alrededor: no sumisión, libertad de vestimenta, elección, derechos, rechazar lo que comúnmente se conoce como caballerosidad para demostrar mi independencia económica, emocional, capacidades, fuerza física, fortaleza y demás. Y fue muy chocante ver a tantas mujeres tapadas, vestidas con sus hiyabs. No podía ser tan objetiva como quería y eso me frustraba, iba a detestar Turquía si no vencía esa barrera cultural. Y fue más difícil cuando sentí la diferencia de trato por ser mujer: los vendedores no me dirigían la palabra, siempre le contestaban a mi compañero de viaje, no me veían a la cara. Estaba muy concentrada en las pequeñas cosas, en mis juicios y no podía apreciar el aprendizaje por tratar de adaptarme a lo personalmente inadaptable.

Y tratando de ignorar las emociones, esa tarde me dirigí hacia la mezquita Süleymaniye. Una obra arquitectónica preciosa diseñada por Mimar Sinan, inaugurada en 1557 y la segunda más grande en toda la ciudad con vistas espectaculares. Noté que algunas personas se lavaban los pies, las manos y la cara antes de entrar, los zapatos había que quitárselos y para las mujeres era indispensable taparse el cabello, los brazos y las piernas. No se preocupen, si no van preparados, en la entrada les prestan vestimenta apropiada para que se cubran.
Entrar y observar esos techos hermosos, sentir la alfombra suave bajo mis pies, las lámparas majestuosas y la luz tenue hizo que la tensión bajara un poco. La mezquita estaba dividida en tres zonas: una parte pequeña atrás donde las mujeres oran, otra parte pequeña donde los turistas tienen permitido estar mientras no sea el tiempo de oración y una tercera parte más amplia hacia el frente donde los hombres oran.
Vi a varias mujeres jóvenes musulmanas y hombres detrás de la división entre la zona de turistas y la zona masculina de oración hablando con visitantes. Me dio curiosidad y sentí una fuerte necesidad de acercarme sutilmente para escuchar. Uno de ellos se desocupó y lentamente caminé hasta estar frente a él. Me ofreció un panfleto, lo acepté y de inmediato le pedí que me explicara un poco sobre su cultura. Nos sentamos en la alfombra y con paciencia respondió cada una de mis preguntas, ampliando cada tema con datos e información valiosa sobre sus creencias.
Dentro de sus convicciones, las mujeres usan el hiyab para protegerse y no ser sexualizadas, la separación entre géneros dentro de la mezquita se da para que no se distraigan los unos a los otros porque cuando oran, se tocan los hombros como símbolo de igualdad y no es bien visto tocar a una mujer, es irrespetuoso. Las mujeres tampoco se sienten cómodas con la cercanía de desconocidos y aplican el mismo principio. Me contó que la forma de ver y vivir el islam es muy diferente en cada país puesto que hay zonas más radicales, conservadoras. Piensan que la virgen María fue una mensajera de Dios y las mujeres deben de seguirla, si ella andaba tapada, deben de seguir el ejemplo. Siguen el Corán (que es como lo análogo a la Biblia para los católicos y cristianos) al pie de la letra y literal porque es la palabra y guía sagrada que Dios les dio para vivir.

Mantienen un mismo principio de amor, así como los católicos. Creen en que hubo mensajeros y profetas y discrepan con cristianos porque para ellos solo existe un único Dios; pensar en la existencia del espíritu santo o una trinidad es inconcebible. El Corán les dice cómo deben de vivir y rige inclusive algunas leyes políticas. (Valga decir que le acepté una copia del Corán para leerla en casa).
Aparte de eso mencionó que el hombre puede elegir casarse con una mujer no musulmana pero no al contrario. Dentro de sus tradiciones, el hombre es el que toma las decisiones, el que mantiene a la familia y una mujer dominante puede llegar a ser un problema. Dicho esto, el hombre es el que decide qué religión van a seguir los hijos. Si una mujer se casa con una persona de otra religión, ese individuo tendría la potestad de elegir otra religión distinta de la musulmana para los niños y eso tampoco es bien visto. Es casi un insulto para la familia.
Me contó que se reza 5 veces al día, no importa donde estén, siempre viendo en dirección a la Meca. Acá pueden encontrar las horas exactas para rezar según la zona de Estambul donde se encuentren. Durante ese espacio, no es permitido que los turistas ingresen a las mezquitas, tomen fotos o vídeos porque es un momento de conexión con Dios y de respeto. El sonido similar al canto que escuché durante mi primer día es el llamado a la oración y resuena por la ciudad porque tienen parlantes. Las frases que recita el almuédano son en árabe como por ejemplo: Allah es grande, Allah es grande.
En ese punto, después de comprometer mi mente a no involucrar mis convicciones y prejuicios, tenía un enorme reto por absorber esa información de la manera más imparcial posible. Y conseguí genuinamente interesarme en conocer más porque quería aprender, entender algo opuesto a lo que yo había escuchado toda mi vida. Necesitaba desafiar mi tolerancia sabiendo que estas personas no eran malintencionadas, simplemente tenían una convicción tan fuerte como la mía pero con principios diferentes. Y eso lo volvió más intrigante.
Tener el corazón abierto es lo más complicado que he podido experimentar. Pero tras casi dos horas de conversación, le conté sobre mi pequeño blog y lo que me interesaban todos esos datos, esa perspectiva de una persona que también tuvo la apertura de escuchar mis puntos de vista sin ofenderse ante las diferencias culturales. Le di las gracias de la manera más sincera posible. Y fue grande mi sorpresa cuando le aceptó la mano a mi compañero de viaje y a mí no. Muy cautelosamente dijo: - Ahora que le he explicado un poco sobre nuestras tradiciones, espero que no se tome personal que no pueda aceptar darle la mano. Es irrespetuoso y mal visto tocar a una mujer. A veces he tenido que hacerlo para no ofender a nadie pero en este caso, viendo su interés por la cultura musulmana, siento que puedo ser honesto. - Y le hice una reverencia con la cabeza, sonriéndole.
Después de cenar, regresamos al hostel y recibí un mensaje en mi página de facebook del blog. Fatih (el voluntario de la mezquita con el que hablamos) nos invitaba a una cena cultural para compartir un rato. Estaba muy sorprendida pero acepté con todo el gusto. Ofrecí llevar algo pero no quiso. Así coordinamos vernos al día siguiente antes de que comenzara la oración en Süleymaniye.
Me levanté temprano y en la tarde, nos dirigimos hacia la mezquita media hora antes del llamado a oración (conocido como aḏān). Mientras Fatih se desocupaba, me acerqué a hablar con las jóvenes voluntarias porque quería escuchar el punto de vista femenino musulmán. Por segunda vez vi reflejado en sus palabras y miradas la convicción tan honesta en sus creencias. Siguen el Corán de manera literal, les gusta la idea de taparse para protegerse de pensamientos impuros, de mantenerse intactas para sus esposos, para que se interesen en su mente, inteligencia y no en el físico. Nadie las obliga a usar hiyab, por lo menos no en esa región. Les gusta orar separadas, las ayuda a concentrarse mejor. Contrario a lo que yo pensaba, ellas tienen potestad de elegir con quién casarse ya que los matrimonios no son arreglados como lo era en el pasado. Aunque sí mencionaron que eso puede variar de región en región. Pueden estudiar, trabajar aunque su mayor responsabilidad son los niños. El hombre es su líder y como tal, su principal trabajo es proveer dinero. También pueden elegir divorciarse.
El hiyab lo comienzan a usar durante la pubertad aunque a las niñas les gusta vestirse así desde una edad más temprana. La familia es importante al igual que las tradiciones, sus principios se basan en el amor y la obediencia. Unas jóvenes encantadoras, amables y receptivas. Les agradecí su tiempo y Fatih se nos acercó para ubicarnos en un lugar especial en la mezquita, a un lado del área donde los hombres oran. Consiguió que nos dejaran estar presentes durante la oración.
Sublime. Una convivencia íntima e individual envuelta en el aura mágica de aquella voz que llama a los musulmanes a cumplir con su Dios. Me dediqué a contemplar a los niños, jóvenes y adultos unidos en la esfera de rezos.
Tras un rato, nos levantamos y salimos de la mezquita. Nuestro nuevo amigo nos llevó a conocer a Sehmus Kacan, uno de los mejores calígrafos en Estambul con un trabajo impresionante. Su oficina estaba llena de cuadros con arte caligráfico hecho por sus manos hábiles. Creo que la mayoría en árabe, algunas obras recitaban partes del Corán con detalles y adornos exquisitos. Lo observé trabajar y ofreció escribir mi nombre en árabe como regalo. No cabía de la emoción. Un detalle tan simple que agradecí de corazón.

Después de un rato, caminamos por las hermosas calles de Estambul hasta llegar a la casa con decoración increíble. A mi papá le hubiera encantado el diseño de los muebles. En la sala nos recibió el Señor Adnan y la Señorita Betul como si fuéramos amigos lejanos. El primero tenía una agencia de turismo y estaba interesado en conocer nuestra opinión sobre Turquía, la cultura y lo que nos gustaba. Tenía planes de abrir otro tipo de negocios para atraer la atención de viajeros que quisieran llevarse un recuerdo especial de sus tradiciones.
Después de conversar un rato sobre nuestras aventuras y planes, nos invitaron a cenar. No les puedo explicar la delicia que prepararon. Una sopa de lentejas exquisita, arroz con almendras y especies de la región, un pollo y ensalada espectacular. Tratar de describirlo no hace justicia a lo que nuestros paladares experimentaron. Como postre nos ofrecieron dátiles (que se convirtieron en FAVORITOS) y frutas.
Teníamos muchas consultas aún sobre los musulmanes y en medio de una sala acogedora, continuamos la conversación. Su enfoque siempre es Dios y no tanto en la contraparte negativa. Sí creen en los ángeles. Compartimos nuestra visión sobre la muerte, la vida, y se mostraron interesados en saber cómo los percibimos desde Occidente: querían entender cómo pueden acercar a las personas para que aprendan sobre el islam.
Lo bonito de haber tenido esta experiencia es que no daba tanta pena preguntar cosas tontas, era una curiosidad intensa que se notaba en nuestras caras. Antes de formular cualquier duda, trataba de utilizar las palabras adecuadas para no ofender sensibilidades. En temas de religiones hay que tener tacto sobre todo si uno en lo personal no es seguidor de ninguna.
De un pronto a otro, aquel sonido hipnotizante inundó el espacio. Me ponía los pelos de punta. Era el llamado a la oración. Ofrecieron enseñarnos a rezar como los musulmanes lo hacen y nos dividimos. La señorita Betul y yo nos dirigimos al piso de arriba y los hombres se quedaron en el piso de abajo porque la división de género se aplica en cualquier lugar.
Nos lavamos la cara desde la frente donde nace el pelo hasta la barbilla con la mano derecha desde la parte superior hasta la inferior. Luego los brazos desde el codo hacia los dedos empezando siempre con la derecha. Luego mojamos la coronilla de la cabeza y finalmente lavamos los pies. 3 veces los pies, las manos y brazos, la cara y la cabeza con agua empezando por el lado derecho. Esto se llama Wudu o La Ablución y es una forma de purificar el cuerpo y el alma, limpiandolo y preparándolo para la oración.
Cuando terminamos, la señorita Betul me invitó a taparme el cabello y cuello ofreciéndome una manta. Seguí sus movimientos escuchándola, tratando de conectarme con esa fuente de energía espiritual con frases que no entendía pero que sonaban muy hermosas. Cuando terminamos, me explicó mejor lo que acababa de suceder: (Esto lo había olvidado un poco pero mi amigo Fatih me ayudó a refrescar la memoria). Para empezar, se puede elegir un verso del corán para recitar, se hace una reverencia adorando a Allah, luego se postra exaltando a Allah dos veces hasta sentarse. Cuando finalizan, saludan y agradecen a la derecha y a la izquierda a los ángeles.

Fatih se retiró primero y le agradecimos muchísimo la experiencia. El Señor Adnan nos contó por el contrario que deseaban abrir un espacio para enseñar árabe, acercar a las personas a conocer sobre el islam, a lo mejor hospedarlos pero nos comentaron que es difícil que un turista confíe y viva la experiencia. Creen fielmente que ayudar, invitar pasajeros y compartir con ellos les da bonus para ir al cielo: las buenas acciones son compensadas. Terminamos la velada agradeciéndoles la hospitalidad, intercambiando teléfonos y pidiéndoles una fotografía de recuerdo. Lamenté que Fatih no estuviera presente para incluirlo en este momento pero la experiencia y el tiempo que me ofreció es algo que no olvidaré jamás.
Si visitan Estambul, vayan a la Mezquita Süleymaniye, hablen con los voluntarios, mantengan su mente y corazón abierto para recibir todo el conocimiento, cultura y opiniones diversas. Sí, es posible que experimenten un shock, sobre todo si son mujeres y sí, es probable que a veces no se sientan cómodas pero dense el chance de escuchar. ¡Tómense el tiempo suficiente para reflexionar y saquen sus conclusiones sobre la vida, espiritualidad, tolerancia y amor!
¡La mejor vibra de todas las dimensiones y mucho amor cósmico para todos!


¿Han tenido alguna experiencia cultural en Turquía? ¿Qué sintieron?

¡DISFRUTEN SU DESTINO Y SÍGANME!


Criss
Criss
Photographer, aspiring film maker, dreamer, in love with the world!! Everything you want is on the other side of fear!!