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Tips para mejorar habilidades mochileras!


Después de haber pasado muchos meses de viaje con mochila al hombro y cámara en mano, me di cuenta de lo importante que era ir cambiando la mentalidad con la que salí de mi paraíso tico. Ser terca me hizo pasar incomodidades, gastos de dinero con los que no contaba a pesar de haber tenido un fondo de emergencias contemplado, un bajonazo de defensas que me dejó sin voz durante casi mes y medio, estafas, estrés y demás.
Si quieren mochilear felices, relajados y tranquilos (sobre todo a largo plazo) les recomiendo tomar en cuenta la siguiente lista de horrores que cometí y que esperaría no volver a cometer. Cada viaje nuevo ha sido más largo porque el mundo me llena de curiosidad, con más posibilidades de aprender y convertir las malas experiencias en anécdotas aventureras.

1. No carguen peso innecesario: Pretendía irme a mochilear un año con 3 jeans, 2 shorts, 8 blusas, 1 vestido, 3 leggins, ropa interior, 2 vestidos de baño, sandalias, zapatos para montañear, ropa térmica, medias, cremas para la cara, bloqueador, shampoo, acondicionador, crema para pelo, entre otros. Ah y agreguen mi equipo de foto: 2 cámaras DSLR, 3 lentes grandes y pesados, 3 discos duros externos, computadora, cargadores, filtros, baterías, disparador externo, steady cam, trípode, y la lista continúa.
Caminar kilómetros durante meses con más de 20 kilos en la espalda no es bien. Así que cuando acepté la realidad, tuve que comenzar a dejar ropa tirada literalmente: en Noruega me deshice de los jeans, 1 short, 3 blusas, más adelante en España dejé 1 leggins, 2 blusas más. En París ya no lo soportaba y regalé otras leggins, una tienda de acampar, medias y dejé mi trípode perdido en el Palacio de Versalles. En Omán boté un bulto que tenía un año de uso y en el aeropuerto de Malasya me hicieron el gran favor de quitarme las cremas de la cara, el bloqueador y shampoo. Así que ya ven, los últimos dos meses sobreviví con 1 leggins, 3 blusas, 1 vestido de baño, cosas de higiene básicas en minibotellas que recargaba cuando necesitaba.
No pudo ser mejor, quise llorar al deshacerme de ropa que me gustaba mucho pero comencé a desapegarme de lo material. Aprendí a disfrutar la experiencia, la gente, saboreando los idiomas, la cultura. Con el peso, se fue el malhumor del cansancio.
2. Flexibilidad de itinerario: Esto es algo que he mencionado en otros posts porque tener la posibilidad de cambiar la ruta permite que exploremos sitios o países que no sabíamos que existían. Recomendación o descubrimiento propio, el punto es que podemos llevarnos una grata sorpresa de ver algo espectacular. Así mismo si de casualidad pierden un bus, trenes o vuelos, no tienen el estrés encima de que el resto de reservaciones se van a desacomodar, lo que puede llevarles a costos altos ó penalizaciones.
3. Comer bien: Que el bajo presupuesto no les limite la buena alimentación. Recuerden que para explorar un sitio, el cuerpo les va a pedir energía. Con cada clima y ambiente diferente, vamos a ir desarrollando defensas para adaptarnos. Ya de por sí los viajes son cansados y parte de sacarle provecho es rendir, sobre todo si hay trekkings exigentes ó actividades que nos lleven al límite. Además, creo que darse el gusto aprendiendo sobre gastronomía local no necesariamente es algo caro, depende mucho de qué tanto se tomen el tiempo para explorar los alrededores. Por ejemplo, en Camboya amé el Lok Lak y encontré sitios donde vendían el plato en 2$. En España, encontré un sitio donde una paella para dos personas salía alrededor de 10 euros (no está nada mal para ser Europa).
Les puedo decir que he estado en ambos extremos: he comido demasiado bien, tan bien que comienzo a subir de peso y he comido mal, tan mal que mis defensas bajaron lo suficiente para dejarme con una gripe por mes y medio. Tener bajo presupuesto no debería de ser sinónimo de morirse de hambre. Hay muchas formas de ahorrar y gastar lo mínimo y la principal es: cocinen, compren en supermercados o busquen mercados o sitios que sean frecuentados por locales, aléjense de lo turístico. No tengan miedo de probar cosas diferentes, la misma fruta puede tener un precio exorbitante o ser super barata dependiendo de la ubicación geográfica, adáptense a la oferta que es parte de de la experiencia.

4. Anticiparse: Revisen qué hay de interesante en un país o una zona antes de visitarlo para que no lleguen tan desubicados. No anticiparse puede hacerlos gastar dinero y tiempo en un sitio que a lo mejor es más caro y menos atractivo que otros cercanos. Es tener una noción básica de qué esperar y hasta tomar en cuenta días de la semana o meses que pueden aprovechar. Por ejemplo: hay monumentos, buses, vuelos, trenes, museos y demás que salen más baratos si los compran con anticipación. También hay ciertos días al mes/ semana donde las visitas son gratuitas como la mezquita de Córdoba: gratis en la mañana (de 8:30 a 9:30 de Lunes a Sábado), o sitios que creíamos cobraban entrada y no como el museo de Edimburgo. Y ni qué decir de fechas festivas con actividades que los asombre como la feria de Sevilla en la que todos asisten con sus trajes típicos, casetas donde resuena el flamenco y la atmósfera se transforma en algo mágico.
5. Disfruten la incomodidad: No siempre vamos a tener los medios o las ganas de estar rodeados de lujos y tampoco podemos pretender disfrutar nuestro recorrido si nos estamos quejando. Adaptarnos y aprender a abrazar la incomodidad es parte de la aventura. En lo personal, la mayor parte del tiempo mientras tenga un techo donde dormir y agua, estoy feliz. He acampado a los pies de un nevado en Perú, hosteles terribles en Turquía, un campervan en Islandia, en aeropuertos, terminales de buses, de trenes y en hoteles lindos y lo que ha hecho la diferencia es la actitud y el ánimo con el que me hospedo. No hay más, elijan lo que prefieran y disfruten sino pueden pasar malos ratos y arruinar el viaje.
6. Sean proactivos: Si tienen alguna dificultad ó algo no sale como esperaban, no se queden en estado de desesperación ó enojo, busquen alternativas para resolverlo. Siempre hay factores que están fuera de nuestro control y a veces aunque hagamos las cosas con tiempo, algo pasa. En Noruega recibí un email dos días antes de aterrizar del hostel diciendo que no podían hospedarme, a cambio me ofrecieron un apartamento privado por el mismo precio (un mega upgrade) y accedí. Cuando llegué a Bergen, el encargado duró 7 horas en aparecer para darme las instrucciones de ingreso y estuve a punto de reservar en otro lado aunque fuera más caro porque llevaba dos días viajando, sin poder bañarme, sin comer, agotada y desorientada. El malhumor hizo que hubieran conflictos y que el ambiente se volviera pesado, no se puede tener una actitud tan a la defensiva, son cosas que pasan. Por otro lado, en Camboya, hubo una plaga de insectos en los colchones del hostel que elegimos y tuvieron que cerrar. Nunca nos avisaron y cuando llegamos, la dueña nos atendió con toda la pena para informarnos que no podía hacer nada al respecto. En medio de ese calor infernal, la humedad, el hambre, cansancio, sin internet, en medio de la nada (el hostel no era céntrico), no quedó de otra que comenzar a buscar otro sitio. Ya ven, pudimos haberlo pasado muy mal si nos hubiéramos quedado sentados llorando y al final en uno tuvimos un apartamento entero a precio de hostel y en el otro encontramos una mejor ubicación: no hay mal que por bien no venga y todo se soluciona de alguna forma si nos quitamos la mala vibra.
7. No vean el idioma como un obstáculo: La realidad es que se estima que hay más de 7000 idiomas alrededor del mundo y no podemos pretender que todos entiendan el inglés (aunque es el más universalizado en términos de turismo), español, francés o los más populares. Encontrarán barreras del lenguaje que pueden frustrarlos, hacerlos pasar por incomodidades o complicarles la orientación.
Yo en lo personal encuentro fascinante toparme con caracteres diferentes del alfabeto castellano (el árabe me parece muy elegante) y me encanta aprender palabras, frases o inclusive escuchar a los locales conversar cosas que no entiendo. Me hace darme cuenta de lo pequeña que soy y de cuántas cosas existen fuera de mi país natal. No tiene porqué ser malo estar perdidos un rato ó retar nuestras habilidades comunicativas.
A pesar de esto, mi paciencia se vio a prueba en Turquía porque quería hacer una consulta simple y el chico de recepción nunca entendió, me desesperé y enojé y pasé de malhumor durante horas.
Aprendí que todos reaccionamos con positivismo a las sonrisas amables, esto no indispone a los demás que también van a tratar de comunicarse aunque sea en señas. La barrera del lenguaje me obligó a ser creativa, paciente y hasta eventualmente reírme de los intentos fallidos por darme a entender.
Los viajes no siempre salen como esperamos y las circunstancias cambian, lo importante es ver los inconvenientes como un aprendizaje, encontrar de qué forma nos sentimos más cómodos y sonreírle con positivismo a lo complicado.
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¿Han cometido algún otro error que no los haya dejado mochilear felices? ¡Quiero escuchar sus anécdotas!

¡DISFRUTEN SU DESTINO Y SÍGANME!

Criss
Criss
Photographer, aspiring film maker, dreamer, in love with the world!! Everything you want is on the other side of fear!!